lunes, 12 de noviembre de 2012

La audacia de la esperanza, una vez más


La idea de que Obama no pudiese ser reelegido resultaba inverosímil, por lo menos, hasta que se produjo el primer cara a cara con Romney. En ese momento empezó un duro mes hasta el día de las elecciones en el que los nervios se notaban a flor de piel.
Llegado el día, finalmente el resultado nos ha sacado de dudas. Obama y sus políticas han sido refrendadas.

Haciendo un análisis del camino recorrido desde aquel 20 de enero de 2009 en su toma de posesión hasta el día de su reelección el martes pasado, es justo reparar en que las enormes expectativas generadas tras su victoria de 2008 han probado ser un  feroz boomerang en su contra a lo largo de estos primeros cuatro años.

En la mayoría de ocasiones, cada uno de los logros alcanzados se ha visto ensombrecido por alguna expectativa incumplida. Pero si bien es cierto que determinadas promesas no han sido llevadas a buen puerto, el resultado neto es más que positivo.
La mayor reforma financiera desde el new deal en los años 30, la cual inflige un severo correctivo sobre el sistema financiero y sus excesos, el gran plan de estímulo económico que ha evitado la depresión y que ha servido de base para la cada vez más sólida recuperación de Estados Unidos, la reforma sanitaria sin precedentes que permite un nivel de universalidad del sistema de salud americano nunca antes visto, salvando a más de 40 millones de personas de la más completa incertidumbre médica, el fin de la guerra en Iraq y la apuesta total por el multilateralismo en las relaciones internacionales, primando la vía diplomática ante cualquier conflicto. Pretextos más que suficientes para merecer absolutamente una legislatura más.

Pero si la principal tarea de un político es resolver los problemas de un país, lo es tanto o más ser capaz de inspirar a resolverlos. Y ahí es donde reside una de las mayores fortalezas de Obama.

La audacia de la esperanza. Un concepto que a este lado del atlántico, con mayoría de inmundos y simples políticos, muy pocos pueden entender, pero el cual resulta imprescindible para comprender la era Obama.

Cuando en Europa sufrimos políticos de un cariz meramente administrativo y funcionarial, los cuales se dedican a cumplir órdenes del politburó de turno, en Estados Unidos prima una clase de político que ejecuta las medidas necesarias, pero que al mismo tiempo infunde la pasión, el sentimiento y el romanticismo imprescindibles para dar sentido a lo que se está haciendo.
Una clase de político que con sus palabras envuelve sus decisiones de un aura de justicia y razón, de honradez y equidad, la cual hace inevitable dejarse llevar y sentirse inspirado para ser capaz de cualquier cosa.
La esencia de Obama es esta inspiración y ésta, la base de la audacia de la esperanza.
La audacia de creer, a pesar de todas las pruebas en contra, que se puede hacer cualquier cosa, que se puede salir de cualquier situación por desgarradora que sea, que a pesar de todos los reveses que se sufran se puede seguir controlando el destino de cada uno y por tanto seguir siendo responsable de él, la audacia de creer que, en definitiva, podemos constantemente rehacernos a nosotros mismos para cumplir nuestros mayores sueños.

Esto es lo que desprende y transmite Obama en cada uno de sus actos y decisiones, en cada una de sus palabras e ideas. Obama personifica en sí mismo la máxima según la cual, no importa quién eres o de dónde vienes, cómo eres o a quién amas. No importa si eres afroamericano o blanco o hispano o asiático o nativo americano, si eres joven o viejo o rico o pobre, capacitado, discapacitado, gay o heterosexual. Si eres capaz de trabajar duro serás capaz de conseguir tus sueños.
Esto es lo que le llevó a la presidencia en 2008 y es lo que ahora le ha proporcionado un segundo mandato.
  
Felicidades Señor Presidente.

H.F.C.

domingo, 28 de octubre de 2012

¿No se dan cuenta?

Evolución tasa de paro

La publicación el viernes de la Encuesta de Población Activa (EPA) correspondiente al tercer trimestre del año, arroja unos resultados dramáticos y dignos de un estado fallido en toda regla. 5.778.100 personas en paro, un 25,02% de la población activa.
Entre los muchos aspectos a analizar de la reciente EPA, cabe centrarse en el paro de larga duración. La encuesta constata una vez más la consolidación del mismo, reflejando que el número de personas que perdió su empleo hace más de un año aumentó entre julio y septiembre en 83.300 personas situándose dicho colectivo en más de 2,5 millones de personas.

Hay que decir que el paro de larga duración, como muy bien afirmaba Joaquín Estefanía en un reciente artículo, compromete la capacidad de empleabilidad del afectado, ya que su cualificación se va viendo depreciada y porque su exclusión del mercado de trabajo cada vez más extensa puede inducir a cualquier empresario a sospechar negativamente de dicha persona.
El hecho de que el desempleo a largo plazo se consolide hace que el coeficiente de paro estructural de un país aumente, cumpliéndose así el fenómeno conocido entre los economistas como histéresis, según el cual la acumulación de la tasa de paro de un período determinado se convierte en el paro habitual del periodo siguiente.

Todo esto tiene como consecuencia macroeconómica que, una vez recuperada la senda de crecimiento, la economía presente una tasa de paro estructural mínima siempre superior a la del ciclo alcista precedente.
Y esto, hay que remarcarlo, compromete de manera fundamental el potencial a largo plazo de la economía.
Los trabajadores que han estado desempleados durante largos períodos de tiempo pasan a considerarse no aptos para el mundo laboral, lo que provoca una reducción de la fuerza de trabajo efectiva de una economía, dañándose por tanto su capacidad productiva [sic Paul Krugman 2012].
El culpable lo encontramos en esta austeridad a machamartillo y sin sentido que condena a cientos de miles de personas al desempleo crónico, que provoca el cierre de miles de empresas por el desplome del consumo y que hace posponer decisiones de inversión a otras tantas empresas que en una coyuntura diferente sí tomarían, haciendo que los factores productivos resultantes una vez finalizada la crisis no sean suficientes para poder recuperar lo perdido durante todos estos años, lisiando el crecimiento potencial de la economía de por vida.

No pensemos que las personas que sufren el paro de largo plazo es que son gente tonta y vaga o que las empresas no encuentran a los trabajadores adecuados para los puestos que ofrecen. El problema es que directamente las empresas no ofrecen esos puestos de trabajo debido a la depresión que está generando la política de austeridad, donde cualquier expectativa decente es abatida a tiro de recorte y mientras, los trabajadores en paro cada vez están más tiempo.

Urge un Plan Marshall intra-europeo, de norte a sur y a corto plazo, que sirva de chispa para volver a encender el motor calado antes de que éste se convierta en un motor obsoleto definitivamente.
Como prueba de europeísmo sería revelador.

H.F.C.

sábado, 20 de octubre de 2012

Área monetaria óptima

Más claro agua

En los trabajos sobre las dinámicas monetarias y las áreas monetarias óptimas del economista canadiense Robert Mundell, los cuales le valieron el Premio Nobel de economía en 1.999, podemos encontrar varias de las respuestas al por qué del desastre del euro.
Según los modelos desarrollados por Mundell, para que una unión monetaria funcione tienen que cumplirse cuatro criterios:

  • Que exista una elevada movilidad laboral apoyada por la falta de barreras físicas y culturales. 
  • Que hubiese una diversificación de la producción dentro del área.
  • Que se aceptase el libre movimiento de capitales, con flexibilidad de precios y salarios.
  • Que existiese un mecanismo generoso de transferencias del presupuesto de la Unión a los países o regiones que sufriesen choques asimétricos que sólo les afectasen a ellos y no a los demás.
A tenor de los acontecimientos, es evidente que dichos criterios no se cumplen en su totalidad en la vigente área euro (AE). Concretamente, tanto el primer criterio como el cuarto se están revelando como grandes lastres en el actual contexto de crisis.

Por lo que respecta al primer criterio, es obvio que la movilidad laboral dentro del área euro no encuentra barreras físicas, pese a las dudas populistas y electoralistas sobre el espacio Schengen expresadas de un tiempo para acá por ciertos políticos que afortunadamente ya no están en el poder, el mismo permite la absoluta movilidad de los trabajadores entre los países miembros sin ningún tipo de filtro.
En este aspecto son las barreras culturales las que más arrecian en este momento. 
Estamos observando como las diferencias en idioma entre los distintos países miembros del euro hacen de gran barrera cultural para una movilidad laboral necesaria desde las zonas del sur más perjudicadas por la crisis hacia las zonas del norte más desahogadas.
Por supuesto que existe emigración, especialmente entre los recién licenciados universitarios mejor preparados para dichos cambios, pero queda patente que estos movimientos no llegan en absoluto al nivel mínimo normal de cualquier área monetaria óptima.
En el sur de Estados Unidos, los trabajadores del estado de Florida afectados por el pinchazo de la gran burbuja inmobiliraria estilo España, pueden trasladarse perfectamente a miles de kilometros al norte, al industrial estado de Ohio, sin encontrar ni un solo problema idiomático.
Ésto permite por ejemplo que el paro en el estado de Florida, pese al shock inmobiliario, no sea estratosférico, produciéndose un equilibrio óptimo entre las diferentes zonas que componen Estados Unidos.

En cuanto al cuarto criterio, pese a que los fondos de cohesión europeos han hecho mucho por reducir las asimetrías entre los distintos países del AE, en cuanto a infraestructuras y servicios se refiere, la ausencia de un tesoro federal europeo único con competencias generales sobre todos los estados miembros ha producido en estos momentos de crisis grandes desequilibrios fiscales. La existencia de diecisiete tesoros distintos para una misma moneda común fomenta grandes tensiones económicas y hace recaer, de manera individual, sobre dichos tesoros la responsabilidad de corregir los desajustes fiscales que se produzcan. En donde en la asamblea legislativa de Florida no tienen que preocuparse por reunir los fondos con los que sufragar la atención social y sanitaria, ya que son sufragados por el tesoro federal de Estados Unidos, en España el tesoro nacional se encuentra solo. En el AE las generosas transferencias para eliminar las asimetrías entre los distintos países brillan por su ausencia. 
A los miembros que sufren severas crisis fiscales (España, Irlanda, Grecia, Portugal...) no les queda otra que responder recortando desesperada y salvajemente el gasto, lo que empuja el desempleo y el estancamiento a niveles de la Gran Depresión.
Los fondos de cohesión iniciales saltan por los aires y las asimetrías se acrecientan.

Con esta crisis llegamos a la disyuntiva de decidir si queremos más o menos Europa.
Lo primero es, según los postulados de Mundell, la única solución que nos queda. Lo segundo es el abismo.

H.F.C.

sábado, 28 de enero de 2012

Curiosidades sobre la subida de impuestos



Una de las primeras acciones del nuevo ejecutivo presidido por Mariano Rajoy ha sido la aprobación por la vía urgente de un paquete de duras medidas dirigidas a la reducción del déficit público. Según estima el Banco de España el mismo se situó en el año 2011 en el 8,1% cuando el objetivo oficial era del 6%.
Para el presente año dicho objetivo es del 4,4%, por lo que el reto se presenta harto complicado por no decir casi inasumible, de ahí la dureza de las medidas adoptadas.
Dejando un resquicio para la esperanza hay que decir que los objetivos oficiales de déficit fijados tanto para 2011, como para 2012 y 2013 fueron establecidos descontando unas perspectivas de crecimiento positivo de la economía del 0,7% 1,1% y 1,8% respectivamente . Dichas perspectivas han cambiado radicalmente estimándose una abrupta recesión tanto para el presente como para el próximo año. 
Y es a esto a lo que se aferra Rajoy por mucho que jure y perjure que España cumplirá con el objetivo del 4,4% para este año. Espera ansiamente que las nuevas perspectivas de recesión fuercen a las autoridades europeas a atenuar los objetivos de déficit, cosa que a medida que pasan las semanas parece bastante probable.

Volviendo a las duras medidas aprobadas por el gobierno, destaca entre ellas la subida temporal de impuestos(directos) establecida. Cabe reparar en dos ideas interesantes.
La primera de ellas es la Curva de Laffer(imagen). 
A grosso modo la misma establece la existencia de un punto a partir del cual las subidas de impuestos no generan más recaudación sino más bien lo contrario, ya que deprimen la actividad económica.
El aumento de impuestos disminuye la renta disponible y con ello el consumo por lo que la producción decae.
Aunque en cierto modo acertada, dicha idea presenta algunas salvedades. En el tramo más elevado del impuesto sobre la renta el efecto negativo de una subida es de dudosa probabilidad puesto que a estos niveles la mayor parte de las ganancias provienen de otras fuentes, véase SICAV y otras rentas del capital que tributan por otras vías.

La segunda idea a destacar es la Progresividad en frío del impuesto sobre la renta.
El IRPF se aplica por tramos de renta. Tras las subidas aprobadas, los primeros 17.707,20 euros tributan al 24,74%, desde ese nivel hasta los 33.007,2 euros tributan al 30%, desde los 33.007,3 hasta los 53.407,2 al 40%, desde los 53.407,3 hasta los 120.000,2 al 47%, desde los 120.000,3 hasta los 175.000,2 al 49%, desde los 175.000,3 hasta los 300.000,2 al 51% y finalmente y como tramo más elevado, a partir de los 300.000,3 euros se tributa al 52%.
El problema viene de la ausencia de la deflactación de las tarifas. Es decir, la fijación de los límites de cada tramo se estableció en el 2008 y desde ese año los precios se han incrementado, es decir, se ha producido inflación, con lo que 17.707,20 euros de 2008, hoy no valen lo mismo, valen menos.
En términos de poder adquisitivo 17.707,20 euros de aquel entonces, hoy equivaldrían a 19.202,05 euros. Por lo que para empezar a tributar al 30% hoy, debería establecerse a partir de dichos 19.202,05 euros y no, como va a ocurrir, a partir de 17.707,20 euros.
He aquí la Progresividad en frío y he aquí la injusta pérdida de poder adquisitivo que provoca la no deflactación de la tarifa del impuesto sobre la renta.

H.F.C.