jueves, 21 de julio de 2011

Re-Unión

Gran viñeta de El Roto


Más allá de lo que finalmente suceda con Grecia, la crisis de deuda soberana europea aflora una acuciante necesidad de reforma del sistema monetario común.
Dicha reforma deberá estar basada en la misma máxima que guió la empresa comunitaria en los años noventa, a saber, “los procesos de integración económica y monetaria traen consigo mejoras en el bienestar de las sociedades”.
Por tanto el objetivo a cumplir será, más Europa.

El proyecto de construcción europea requiere de una vuelta de tuerca más, es el momento de avanzar en una unión más profunda si queremos acabar con la tiranía ejercida por los mercados sobre los estados de la zona euro.
Para ello, se deberá de establecer un tesoro único europeo, que el mismo sirva de sustento fijo y estable para el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF) y además y más importante, que sirva para la emisión de eurobonos que aglutinen un riesgo país único y común para todos los miembros del Eurogrupo, los cuales verían reducido el coste de sus deudas debido al florecer de un mercado más amplio, líquido y diversificado. Se requerirá de un reformado Banco Central Europeo a cuyo único objetivo actual del control de la inflación en el área euro, se le añada en igualdad de condiciones, el del control del desempleo, equiparándose al fin, al banco central americano, la Reserva Federal. En resumen, una dotación definitiva de instrumentos fiscales y presupuestarios comunes en aras de un estado europeo económicamente fuerte, seguro y próspero. 

Sin duda, todo ello implicará una cesión de soberanía económica por parte de los estados miembros en forma de reducción de la autonomía presupuestaria en favor del todo comunitario. Dicha cesión será el precio a pagar por la pertenencia a una moneda común que, de una vez por todas, será garante de estabilidad financiera y prosperidad económica.
No implicará, por otro lado, una cesión de soberanía política por parte de los estados. Ésta, permanecerá en manos de sus ciudadanos al ser éstos los que elegirán a los rectores de las instituciones comunitarias reformadas y reforzadas.
Simple y llanamente un supraestado de las autonomías.

Las autoridades alemanas muestran serias reticencias a lo anteriormente planteado, afirmando que no es justo que su deuda se equipare a la de países que en su momento pecaron de irresponsabilidad fiscal. Esto evidencia una acusada falta de altura de miras, a parte de un sesgo analítico importante, ya que obvia el hecho de que lo que permitió que países como Grecia vivieran del crédito durante tantos años descuidando sus cuentas públicas, fueron los préstamos que tan alegremente concedieron los bancos alemanes.
He aquí la encrucijada, decisiones importantes no aptas para políticos, sino para estadistas.

H. F. C.