lunes, 6 de octubre de 2008

La ineficacia del pensamiento conservador


Durante la década de los años 30, a iniciativa de un grupo de economistas de la época encabezados por John Maynard Keynes, surgió el pensamiento, asentado durante los 50 años posteriores, el cual establecía como medidas de batalla frente a períodos de recesión o períodos de alta inflación las políticas fiscales y de gasto social. Esto significaba que, en momentos de estancamiento del crecimiento económico se procedería a rebajar los impuestos con el objetivo de estimular la demanda agregada, es decir, aumentar el poder adquisitivo de los consumidores. Y por el contrario, en momentos de subidas en las tasas de inflación se produciría un aumento de los impuestos acompañado de una reducción del gasto público para conseguir rebajar así, la presión sobre los precios.
Con el ascenso al poder del conservadurismo, principalmente en Estados Unidos y Gran Bretaña a finales de los 70 y principios de los 80, el modo de actuar nacido de los días del “new deal” sucumbió, y dejó paso a la, en nuestros días archiconocida, política monetaria. Esta, mediante las acciones mediadoras de los bancos centrales y la fijación de unas tasas de interés altas sobre el precio del dinero, ayudaría a controlar la inflación. Actuando de manera contraria en caso de recesión.
Este abandono de las políticas fiscales se entiende como causa del ascenso del conservadurismo a principios de los años 80, y como resultado de su característica "manía persecutoria" de todo aquello que esté relacionado con el estado, llegando a considerar a este como una amenaza y una carga para el bienestar privado de las personas. Para entender este desprecio al estado, primero cabría entender la esencia básica del conservadurismo.
Todo sujeto perteneciente a la etiqueta del conservadurismo cumple con dos características básicas:
- 1ª. Satisfacción por su situación personal, poseedora de los recursos propios suficientes como para obtener una educación privada, una sanidad privada, una seguridad privada, facilidades en el acceso a una vivienda, etc.
- 2ª. Falta de sensibilidad respecto de las desigualdades existentes en la sociedad y nula comprensión de las causas que las provocan.
Estas dos características son esenciales y siempre deberán aparecer unidas en la composición del estereotipo del perfecto conservador.
Como consecuencia de la primera característica es entendible que el conservador se oponga a cualquier política fiscal y a la ejecución del pago de unos impuestos cuyos frutos no necesita debido a su privilegiada situación.
En relación con la segunda característica es entendible también, que el conservador sea reticente a cualquier impuesto que pueda recaer sobre él, debido a su falta de preocupación por la situación de cualquiera que no sea él mismo.
En las sociedades, existe una escalera de progreso social en la cual los individuos, en determinados momentos de sus vidas y mediante su esfuerzo y trabajo personal, pueden ir alcanzando los sucesivos peldaños y así poder progresar.
El problema de los conservadores es que no entienden o no quieren entender que, a diferencia de ellos, no todo el mundo ha tenido la suerte de nacer dentro de dicha escalera de progreso social. No entienden que no todo el mundo ha tenido la suerte de nacer poseedora de las circunstancias, los recursos, el entorno, las posibilidades y las facilidades necesarias para poder ubicarse dentro de esta escalera y poder ir progresando.
Los conservadores no entienden que en sus países millones de familias dependen del estado para poder situarse en el primer peldaño de la escalera del progreso social, no entienden que millones de personas dependen del estado para obtener nada más y nada menos que una vivienda, poder recibir una educación digna, una sanidad competente, una seguridad de garantías. Los conservadores no entienden que millones de familias necesitan de la acción del estado para poder subsistir, de ahí su admiración y obsesión por la minimización del estado, el neoliberalismo de mercado extremo y la desregulación a todo nivel, los cuales nos han llevado en estos días de 2008 a la peor crisis económica mundial desde el crac de 1929.
H. F. C.