domingo, 1 de junio de 2014

The wolfs


El Lobo de Wall Street (2013)

Dos maneras de solucionar una crisis económica:
  • Política monetaria: Tipos de interés, operaciones de mercado abierto, coeficiente de caja, a parte de otras políticas no convencionales.
  • Política fiscal: Inversión del estado.
La primera manera se centra solo en el dinero y confía plenamente en el uso que harán del mismo los inversores. Apoyada por los economistas de agua dulce (entre ellos los grandes Chicago Boys) que creen en la perfección del mercado y en la no existencia de burbujas económicas.
Desgraciadmaente, la vida real contradice esta creencia y las burbujas existen de verdad, sobre todo porque el mercado no es perfecto sino irracional, lleno de codicia, contradicciones y sin sentidos.
 
La segunda manera, en cambio, invierte en algo tangible, produce una mejora palpable, física, real. Establece un modelo productivo concreto a partir del cual se puede empezar a fundamentar un nuevo periodo de prosperidad más consistente y sólido.
Si bien, como los mercados prefieren el otro camino de salida de la crisis, ya que con él ganan mucho más dinero (con la especulación y el engaño), cuando un estado intenta la vía fiscal, los mercados juegan con sus primas de riesgo hasta dejarles en un callejón sin salida, listos para claudicar a sus miserables y repugnantes condiciones.

Los wolfs de los mercados están entre nosotros desde los 80.
Simplemente hay que echar un vistazo a la genial película de Scorsese (El Lobo de Wall Street - 2013) para darse cuenta entre las manos de qué tipo de gente nos dejaron Thatcher y Reagan con sus políticas de terrorismo económico. 
Algo se puede empezar a entender viendo la conversación (vídeo adjunto) donde el maestro (McConaughey) le explica al aprendiz (DiCaprio) que su nuevo trabajo consiste en evitar a toda costa que el inversor corriente utilice el dinero acabado de ganar en la bolsa en la creación de algo físico, útil y productivo (fuck the clients!). El objetivo tiene que ser mantener a la plebe constantemente enganchada a la ruleta.
Bajo la premisa de “o ser el primero, o ser el más listo o engañar” (Margin Call - 2011), la función del mercado descontrolado es ganar dinero sea como sea, manteniendo a los ignorantes apostando indefinidamente en su juego macabro, mientras los wolfs se llenan los bolsillos sin crear absolutamente nada, sin aportar nada de nada a la sociedad, extendiendo la burbuja lo máximo posible hasta que estalle y las ganancias individualizadas se conviertan en pérdidas socializadas. Ellos lo pierden, nosotros lo pagamos.
A estas alturas todo ello deja bien a las claras cómo funciona una economía a su libre albedrío, sin ninguna regulación ni control.

H.F.C.

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